viernes, 16 de noviembre de 2007

El que volvió

Muchos días dejé a mi conciencia divagar.
Esa conciencia que todavía es un misterio para mi, una suerte de quimera dialogando con dioses ebrios.
Y como siempre acabé por confundir las ideas con el espesor de las intensiones.
Pensaba en cuarenta y dos pero cuando se llega a esas cantidades ya no debemos puntualizar tanto. Decir más de cuarenta en estos casos sería lo adecuado; si, hace más de cuarenta años que no puedo materializar los pensamientos o por los menos hacerlos más comprensibles.
La soledad ha llegado por invocación de alguien, desnuda mis manos haciendolas casi inexistentes, desnuda mis sueños conviertiéndolos en pesadillas.
Ha llegado el momento de probar el antídoto,
real o imaginario, da lo mismo.
Debo quitar el veneno que me ha hechizado.
Sabré desenmascar los pensamientos de que no hay salvación posible?,
que las palabras que imagine nunca serán inocentes?
que el silencio no es sinónimo de muerte?
que no soy antisocial por azar?
Desato los lazos que me unen a la soledad,
los nudos que me atan al dolor, al demonio de tu tierna cabeza.
Soy el que volvió.

Pobre de aquel que no sabe estar solo y hacer que su felicidad dependa de si mismo.